¿Cómo afecta mi estrés a mis hijos?

    Esta mañana en mis RRSS y en scoop.it compartía un artículo en el que se trataba este tema. Y cierto es que hace ya unas semanas que quería escribir sobre él. Realmente es algo que siempre me ha precoupado mucho: el estrés que tenemos, aunque no queramos, se lo transmitimos a nuestros hijos. Y si estamos sufriendo acoso laboral, problemas con nuestra conciliación familiar y laboral, dificultades al cuadrar horarios, …ya ni te cuento.

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    El por qué me preocupa tanto es sencillo: porque lo he vivido mucho de cerca. En mi primer embarazo sufrí acoso en mi trabajo, lo que me llevó en varias ocasiones a urgencias con ataques de ansiedad durante mi primer embarazo. Obviamente todo aquello tuvo que repercutir en mi embarazo, que aunque hijica3a no manifestó ningún problema, el embarazo fue un horror. En el segundo embarazo fue maridico el que lo sufrió por querer hacer valer sus derechos de conciliación familiar. Claramente hijica3a lo vivió y le influyó: tuvimos retrocesos conductuales bastante importantes.

    Pero no es necesario que se sufra acoso laboral para transmitirles este estrés. Hechos que actualmente se han normalizado tanto como sus horarios extensivos de 10 y 12 horas fuera de casa, el hecho de llenarles todas las tardes de extraescolares, el tenerlos que colocar con unos o con otros mientras trabajamos, el estrés que tenemos al intentar cuadrar el horario de papá y mamá con el de los peques,… ¿En serio creemos que no traerá consecuencias? Pues bien, si las traerán. Traerán nefastas consecuencias para el desarrollo cognitivo y social de nuestros peques, para sus emociones, para las relaciones familiares, para el desarrollo de estos pequeños seres, que en un futuro serán adultos en una sociedad que no tendrá adultos equilibrados.

   Ojo, quiero que quede claro que no estoy criminalizando a las familias que no pueden conciliar, generándoles un estrés familiar inevitable. Estoy criticando, y lo digo bien fuerte, A LAS INSTITUCIONES QUE NO HACEN PORQUE SE APLIQUE LA LEGISLACIÓN CONCILIADORA (aunque sea muy insuficiente), AL GOBIERNO QUE NO MEJORA LAS LEYES EN PRO DE LA CONCILIACIÓN REAL (sí, ya sé lo de las 16 semanas de paternidad, veremos cómo termina,…), A LAS EMPRESAS QUE SE PASAN POR EL FORRO LAS LEYES Y LAS NECESIDADES DE SUS EMPLEADOS, A LAS ESCUELAS QUE NO ENSEÑAN IGUALDAD DESDE QUE SON PEQUEÑOS (ya sé que hay excepciones, permítaseme generalizar),… Jamás criticaré a las familias que tienen que hacer cábalas para cuadrar su familia a su trabajo (en lugar de al revés), puesto que suficiente tienen ya…

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    Pues bien en el artículo, nos recuerdan un estudio realizado por la Universidad de Michigan, que recoge unas conclusiones devastadoras: los niños cuyos padres muestran estrés y/o ansiedad, tendrán problemas en su desarrollo a largo plazo. Más concretamente, tendrán problemas de autocontrol y problemas en su capacidad de cooperación. Además, también verán afectado su desarollo cognitivo y su lenguaje. Este punto me entristece especialmente, porque ¿recordáis que os comentaba que hijica3a vivió el estrés de su padre por el trabajo y derivado de mi segundo embarazo? Pues bien, fue diagnosticada de trastorno evolutivo del lenguaje recientemente…

    El estudio pone de manifiesto cómo les afecta, más a los niños que a las niñas, el estado mental del padre (independientemente de que la madre esté en un estado mental óptimo). Con un padre involucrado en la educación de su niño, el estudio clarificó que tenían más seguridad e interés por descrubir lo que les rodea. Ante una figura paterna distante, muestran más inseguridad y ansiedad.

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   En conclusión, queda claro con este estudio que una figura mentalmente equilibrada del padre es igual de improtante para el desarrollo infantil como la presencia de la madre. Olvidémonos de responsabilizar únicamente a la madre del desarrollo de los peques. Abramos los ojos por una corresponsabilidad familiar necesaria y una conciliación real de nuestras familias y nuestros trabajos.

 

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